Estas tan sabias y apreciadas palabras, extraídas de la tan agradecida “Carta de San Juan Pablo II a los artistas” por todos los artistas y de tan bien recibida por cada uno de nosotros, son las que hoy han obligado a la tinta de mis dedos a escribiros sobre ella.
Esta carta, a parte de inspirarme en su propuesta, la cual no es otra que la del diálogo entre dos experiencias, entre la experiencia religiosa y la experiencia artística; me enorgullece enormemente porque no puede ir más dirigida hacia todos vosotros y hacia todos nosotros.
Hacia todos vosotros, artistas, a los que Dios os ha encomendado el honor de exponer el Don de su Creación a través de vuestras manos y creatividad. Ese Don que cuidáis con el mismo esmero y la misma delicadeza con la cual expresáis vuestros más sentidos y profundos sentimientos y pensamientos a través de vuestro arte.
Y hacia todos nosotros, hacia todos los que nos enamora el arte, hacia todos los que tenemos el privilegio de poder contemplar y entender las maravillas del Señor a través de la hermosura realizada por cualquiera de los artistas, independientemente de cuál sea su arte.
Pues bien sabemos todos nosotros que Dios es más sabio que nadie y que, así como nos puso a cada uno de nosotros el Don de apreciar la belleza a través del arte, puso a muchos el Don de expresar esa misma belleza con su arte. Y gracias a esos muchos, todos podemos disfrutar de las inmensas e infinitas recreaciones de arte, las cuales, entre otras muchas cosas, nos transmiten tanta belleza.
Aquí os dejo el link de la carta de la que hablo, de la de San Juan Pablo II a los artistas: