FOTO BLOG 19-02

Anoche, terminando de dejar atrás otro día más, estando sentada en los pies de mi cama y apoyada en la pared, así como habitualmente me suelo sentar; la luz parpadeante en mi móvil de aviso de mensaje me indicaba esto mismo: “mensaje recibido”.

No os voy a engañar, mis dudas de si atender al mensaje o no se debatieron en un duelo contra mi curiosidad; curiosidad que fue la que finalmente se llevó la victoria.

Aplaudida curiosidad, de verdad os lo digo, por haber salido vencedora, porque no podía haber recibido mejor regalo que esta sensacional fotografía de nuestro socio, amigo y gran compañero: Isaac Abad. Aunque con toda sinceridad, al ver que el mensaje era de quien era, mi intuición sabía a ciencia cierta que algo, mínimamente así de espectacular, iba a recibir.

Como es de entender, no puedo describir lo que se puede sentir detrás del objetivo al fotografiar semejante escultura. Pero lo que es más difícil de entender, aún, es que me sea tan difícil explicaros lo que dicha imagen me transmitió y, que sigue haciéndolo, a pesar del número de veces que la haya visto en este corto periodo de tiempo transcurrido desde que la recibí hasta aquí, que es cuando os estoy escribiendo.

Así, a voz de pronto, lo primero que me vino al corazón fue un contraste que jamás antes había sentido, fue un choque de sentimientos de tristeza, rabia y dolor por todo por lo que pasó; a la vez que de orgullo, alegría y aliento por tenerle a Él.

Y es que todo esto es lo que siento al ver la cruz y más en esta imagen, que me recuerda y me hace ver clarísimamente que allí, en la cruz no había nada, absolutamente nada: ni belleza humana, ni poder, ni riqueza, ni fama. Tan solo había una cosa: amor, pero un amor en mayúsculas y de un brutal e incalculable valor que solo Dios es capaz de tener y todos nosotros tenemos la gracia de absorber.

Así como he sentido también unas ganas increíbles de compartir con vosotros esta imagen y este pedacito de texto escrito con la tinta de mis sentimientos y redactado con las palabras dictadas por mi corazón.