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El mes de Noviembre se caracteriza por ser el mes de los difuntos en el que las visitas a los cementerios se multiplican. Para muchas personas los cementerios son lugares tristes, tétricos y escalofriantes. Sin embargo, yo desde muy pequeña estoy acostumbrada a pasearme entre las sepulturas y caminos de tierra de los cementerios. Mi tía y mi madre me llevaban varias veces al año a la tumba de mis abuelos y familiares queridos. Con todo respeto y amor llevábamos flores, limpiábamos la tumba y rezábamos por sus almas. Mientras ellas se afanaban yo correteaba y jugaba alrededor. Siempre me admiraba el silencio que había. Y es que ciertamente los cementerios son lugares de oración, de esperanza y de paz.

Pero también son lugares de arte, más bien diría de ARTE RELIGIOSO en mayúsculas. Donde las sepulturas o nichos más sencillos se entremezclan con tumbas, capillas, mausoleos y panteones que son auténticas obras de arte arquitectónicas y escultóricas. En un cementerio conviven diferentes estilos y tendencias artísticas de varios siglos. Se puede encontrar un panteón de estilo gótico o neoclásico y al lado una tumba de una línea más sobria, art decó o contemporánea. Los arquitectos y artistas emplean todos sus recursos disponibles, enriqueciendo sus obras con elementos escultóricos que se ayudan de oficios artesanales como tallas, vidrieras, esmaltes o forja.

Si uno pasea tranquilamente observa un auténtico escaparate de arte. Tal es así que en varios cementerios del mundo se pueden hacer visitas guiadas. Como es el caso del cementerio de la Recoleta en Buenos Aires (Argentina) que destaca por sus numerosos mausoleos y bóvedas adornados con mármoles y esculturas. Todo lo contrario es el cementerio militar de Arlington en Washington D.C. (Estados Unidos) que se caracteriza por su perfecta geometría lineal. Me gustaría reseñar también la sacramental de San Isidro en Madrid (España) que es declarada bien de interés cultural de la villa de Madrid y que se empezó a construir a principios del siglo XIX, y destaca especialmente por su patio central con un gran número de panteones. Y no me puedo olvidar del cementerio de Père-Lachaise en París (Francia) que quizás sea el más famoso del mundo, construido también a principios del siglo XIX, en el que se encuentran todos los estilos del arte funerario y están las sepulturas de artistas como el músico Chopin, los escritores Honoré Balzac y Oscar Wilde o la cantante Edith Piaf.

Todo artista debería pasearse por un cementerio y observar, simplemente observar. Contemplar la belleza que reina. Y es que los cementerios han servido de inspiración para muchos artistas. Son innumerables las películas en las que se han rodado escenas en cementerios. Hay arquitectos de gran prestigio como Erik Gunnar y Sigurd Lewerentz que se lanzaron a un proyecto innovador como es el cementerio del Bosque en Estocolmo (Suecia), que fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1994. Y no me olvido de los escritores, cuántas novelas y poesías se han escrito en memoria de cementerios.

Uno pasea y lee…lee citas de la Biblia, lee fragmentos de poetas, lee frases de amor y recuerdos inolvidables a sus seres queridos. Las tumbas son poesía. Y el cementerio también en su conjunto es música, música diferente pero música. Se mezcla el sonido del agua, del viento en los cipreses, y el cantar de los pájaros. El cementerio no es gris, es un arco iris de colores que se funden con los árboles y las flores que llenan de luz y de color como fotografías y cuadros.

Los cementerios son arte, da igual si es grande o pequeño, si está en una gran ciudad o en un pueblo pequeño…en los cementerios hay arte. ARTE que fluye y que se ve y respira entre las sepulturas y las almas.

Elena Mtz-Acitores