Entre el Cielo y la Tierra

Entre el cielo y la tierra a lo mismo os suena del título de la película de “El cielo y la tierra” estrenada en 1993 y dirigida por Oliver Stone. Pero no, no va por este aspecto el título de este post.

El post de hoy viene en relación con la espectacular fotografía de una niña de tan sólo 16 añitos que, al segundo de recibirla, en cuanto mis pupilas han grabado dicha imagen en mi retina, mis ganas me han pedido a gritos que la comparta hoy sin falta con vosotros.

Y es que no es para menos… si dicen que una imagen habla mas que mil palabras, estamos ante una de ellas.

Entre el cielo y la tierra es lo primero que me ha dicho esta fotografía junto al recuerdo que me ha traído de lo grande y maravilloso que es Dios al ver cada una de sus creaciones.

Entre el cielo y la tierra, entre un mundo y otro; mundos tan distintos y a su vez tan unidos.

El cielo; creo que no me equivoco si digo que sobre el cielo cada uno de nosotros ha dejado volar su imaginación. Y os aseguro que mi imaginación, en cuanto al respecto, ha llegado a volar a niveles insospechados…

Cielo, lugar el cual me lo imagino lleno de verdad, bondad, paz, amor, felicidad y tranquilidad.

Cielo, lugar donde nos esperan nuestros seres que tanto nos han querido y desde donde esperaremos a los que queremos, probablemente, aún más.

Cielo, que a día de hoy tengo y creo que todos tenemos en nuestra mente como nuestra meta final, como nuestra recompensa, como nuestro más profundo y ansiado deseo de a él llegar.

En cambio, por otro lado, un sitio más cercano y más tangible por todos los seres humanos, la tierra.

La tierra, lugar donde permanecemos desde que nacemos hasta que somos llamados a nuestro destino final, al cielo.

Tierra, lugar donde nuestra conciencia es consciente desde que amanece con su claridad con los primeros rayos de sol, hasta que anochece cuando éste deja de verse abriendo paso a la oscuridad que la noche consigo lleva.

Tierra, lugar donde hemos sido creados para vivir, luchar y combatir contra el pecado y el mal.

Lugar infinitamente lejano del cielo pero que, si queremos y nos lo proponemos, extremadamente cercano a él, ya que se dice que viviendo según el querer de Dios traemos aquí un “poco de cielo”.

Entre el cielo y la tierra, lugares tan distanciados de nuestros ojos y tan cerca de nuestro corazón; lugares tan distintos el uno del otro pero con la única, aunque gran, diferencia que es el pecado; lugares tan nuestros así como creemos, pero tan de Él, así como en realidad es.