Acompañar es un arte, es caminar junto a otro estando ahí, presente a través del encuentro, generando confianza y seguridad, es hacer espacio desde una escucha activa, es conectar con el otro para que pueda crecer como persona, que tome las riendas de su vida.

Si me pongo a reflexionar, antes de acompañar en la vida como madre, esposa amiga, mentora…. descubro que estoy llamada a esta preciosa vocación de acompañar, después de haber hecho la experiencia de haber sido acompañada. Si acompañar es un arte saberse acompañada es un regalo.

Acompañar proviene de “cum-panis”, compartir el mismo pan que significa decir estamos unidos en esto, es poner en juego ambas vidas, con sus diferentes grados de experiencia, para poder llegar a un aprendizaje mutuo.

El acompañamiento, es un arte que hay que aprender,  la buena voluntad no basta. He tenido muchos momentos en mi vida preguntándome a qué estoy llamada a ser, es una pregunta que nos acompaña el resto de la vida, porque ser persona es estar siendo, y porque nunca acabamos de recorrer la distancia entre lo que somos y lo que estamos llamados a ser.

Este acompañamiento lo he vivido como un camino en búsqueda de la Verdad a través de encuentros verdaderos.

He aprendido a acompañar  desde la escucha, poniendo el corazón en el otro en lo que dice y en lo que me quiere decir ejercitando el silencio, para encontrarme con el otro, con el que no soy yo.

Acompañar desde una mirada profunda que no se centra en el problema, los prejuicios, las etiquetas… sino una mirada que acoge que se centra en la persona, que ofrece nuevas oportunidades…  el poder transformador de la mirada que puede incluso cambiar el destino de las personas, una mirada que revela la verdad que hay en las cosas y en las personas y desde   esa verdad asumir las riendas de nuestra vida.

Desde Octubre de este año entro a formar parte del Instituto de acompañamiento y  estoy trabajando en la Universidad Francisco de Vitoria como mentora, acompañando a los alumnos en su proceso de crecimiento personal dentro de la asignatura “HCP” Habilidades y competencias de la persona.

En cada mentoría me encuentro con mi alumno, lo vivo como un regalo, como un don del otro para mí y mi don hacia el otro donde ambos interactúan, se interpelan y crecen juntos, el otro me revela quien soy.

Para poder llevar esto a cabo nos dejamos acompañar por la doctrina de la iglesia que nos muestra en el catecismo y en las Sagradas escrituras  descubrimos a Jesucristo como última fuente de  acompañamiento, es un dar y acoger el don, es dejarse interpelar, tocar, es salir de uno mismo para encontrarse con el Otro.

Es cuando la comunidad cristina acompaña a quienes han sido tocados por la gracia y desean ser cristianos, seguir a Jesucristo, es un acompañamiento maternal en la que la Iglesia a través de la comunidad se pone al servicio.

El acompañamiento es un arte que muchos artistas a lo largo de los siglos han queridos reflejar en sus obras como las pinturas: “Los discípulos de Emaús” de Caravaggio  o “El camino de Emaús” de Joseph von Führich o más reciente “Ternura” de Oswaldo Guayasamino.

Todos y cada uno de los bautizados tenemos que sentir como propia la misión de acompañar, pues desde el bautismo somos sacerdotes, profetas y reyes, con la mirada puesta en Jesucristo como última fuente de acompañamiento, fuente inagotable de la que siempre podemos beber.

Teresa Calvo Cañedo-Argüelles

Mentora Universidad Francisco de Vitoria