Durante mucho tiempo se ha considerado el mundo del cómic, o los tebeos, como se decía en mis tiempos, un mundo infantil o juvenil. Así ha permanecido, en general a través de los años, exceptuando las viñetas de humor político publicadas en los periódicos, dirigidas específicamente a adultos.
En la década de los 90 el cómic alcanzó un nivel altísimo y así se incorporó al mundo del cine con story-boards utilizados como guión visual y además se logró captar la consideración del mundo cultural cuando concedieron el Premio Pulitzer de literatura a Maus en 1991. Una brillante obra autobiográfica que trata sobre la vida de un superviviente de Auswitz, en la que los judíos son ratas antropomórficas, los nazis son gatos, los ingleses perros, los franceses ranas y así. Hace dos años Sabrina, un cómic, fue nominado de nuevo al premio Pulitzer de literatura aunque finalmente no lo consiguió.
Por aquella época de los 90, concretamente en 1988, comenzaron los premios Eisner, equivalente a los Oscar del tebeo al ver la repercusión que alcanzó el mundo de la historieta, y en la actualidad se considera el cómic como el octavo arte, lejos del trato infantiloide con que se le etiquetó en tiempos. Por no hablar del fenómeno en Japón, donde prácticamente todo, hasta las instrucciones de los electrodomésticos pasando por las guías de turismo y las historias de adultos “subidas de tono” se cuentan con cómics.

¿Y los cristianos? Pues bien, he de decir que en esto hemos sido pioneros y hemos sabido aprovechar la belleza y la didáctica de este método. Alguno de vosotros recordaréis Vidas Ejemplares, que eran biografías de santos en los que los niños como yo vivíamos los martirios de San Esteban o San Pedro como si fueran nuestros. También seguíamos las aventuras de Humonegro, un niño muy gracioso que vivía con los misioneros combonianos y que se editaba mensualmente en la revista Mundo Negro de dichos misioneros.
Al final de la década de los 70 y en los 80 José Luis Cortés presentó una versión de la vida de Cristo muy desenfadada y a la vez profunda con un cómic que tituló “Que bueno que viniste”. Tuvo mucho éxito y pronto hizo una segunda parte “Un Señor como Dios manda” muy acorde a los tiempos de la transición en España (Jesucristo Superstar, El Diluvio que viene…)y que ahora recuerdo con ternura. Debido al éxito de sus publicaciones empezó a hacer vidas de Santos en cómic que son sencillamente geniales. Las vidas de Santa Teresa, San Francisco de Asís, San Benito y San José de Calasanz que yo recuerde sin consultar mucho. Estas biografías estaban llenas de candor, de inocencia y, por supuesto, de arte.
Actualmente, pasados esos años dorados del tebeo, que nunca volverán por la “deriva tecnológica” de los jóvenes, hay algunas publicaciones, aunque no muchas en España en contraposición a lo que se publica en US y dirigidas principalmente a los niños.

El “Boom” inesperado y desbordante de los últimos años llegó de la mano de Robert Crumb, historietista underground americano autor de personajes como Supernatural, el viejo satírico, el gato Fritz, que eran irreverentes, lascivos y todo eso que ya sabéis. En España se publicaban por capítulos en la revista Vívora, en la época dorada del tebeo en España en los 80 (Mortadelo, El botones Sacarino etc)donde también publicaciones del género interesantísimas como Cimoc y 1984.
Cierto día Crumb recibió una llamada por teléfono, en su residencia en Francia, ofreciéndole 100.000$ de anticipo por ilustrar ¡el Génesis! Nada menos. Una oferta imposible de rechazar, que diría Vito Corleone, y tras 4 años de elaboración salió a la luz. Yo estuve a punto de comprármelo en inglés, pues desconfiaba de que alguien quisiera publicarlo en España, y ya iba por la 21 edición cuando salió en España lanzado por La cúpula, editorial del género, y aún así se vendieron 3 ediciones seguidas para comenzar. El texto es el íntegro, sin añadidos y sin recortes, de Nácar-Colunga cedido por la BAC y sí ortodoxo es el texto las ilustraciones no pueden ser más fieles al texto sin perder su estilo undergroung, con lo cual, no es un libro muy apto para escrupulosos pues describe la Escritura con todo lujo de detalles. Ya sabéis, el Génesis; adulterios, asesinatos, incestos etc. Aún así resulta una obra maestra que el autor describe como el mayor desafío de su vida.
Hoy día, no sé si lo sabéis, pero el único género que mantiene al mundo literario es el género cristiano. Los cristianos compramos encíclicas y libros píos a tutiplén, con lo cual el “genio” que tuvo la idea de unir el Cómic, con mayúsculas (Robert Crumb) con la Biblia dio realmente en el clavo.

Pero mucho me temo que si los niños de ahora siguen viniendo al mundo con tan sólo dos brazos, no van a tener manos para coger un tebeo y divorciarse, aunque sólo sea momentáneamente, del móvil.

Paco Sanz