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Una poesía, un verso, una prosa, un poema, un soneto.

Hoy no es el día internacional de la poesía, es cierto, pero es que para mí lo es cada día, puesto que es mi pasión y ya sabemos todos que sin pasión no se puede vivir, ¿no?, o al menos así lo creo yo, digo creo, porque no me atrevo ni a intentar a vivir sin ello y nunca he dado el paso a experimentarlo.

Ahora mismo no recuerdo bien si ya, en alguna ocasión os lo mencioné, lo de mi pasión por la poesía.

Creo que me puedo declarar una amante empedernida de ella, de cómo sus rimas te susurran el cantar de las palabras encadenadas a vivencias, emociones y experiencias, de cómo se presta para que dejes en ella todo eso que sientes y que a veces no te atreves a soltarlo verbalmente, de cómo su métrica te brinda la oportunidad de sintonizar con las mismas sensaciones y conmociones experimentadas por el poeta que te ofrece con sus poesías y poemas, y de cómo la poesía te regala sus versos tan llenos de sentimientos, tan acertados para ti en según qué momentos o tan idóneos para recordar algo que, en su día, tanto eco en ti hicieron.

Así podría definir una parte de mí: poesía igual a pasión, pasión igual a devoción y devoción igual a nuestra queridísima Virgen María.

E aquí, con esta especie de ecuación que os acabo de poner sin sumas ni exponenciales, tan sólo con igualdades, la solución de la incógnita del post de hoy.

El post de hoy va dedicado, no a la pincelada de lo que os he dicho sobre mí, eso es totalmente secundario, aunque sí tiene cierta, por no decir bastante, relación. El post de hoy está dedicado única y exclusivamente a una de las poesías de nuestro tan entrañable amigo y joven poeta Nacho González-Rodrigo.

“Una vez hubo un Sí: fueron dos letras,

y nadie se enteró en ese momento.

Fue una niña la que abrió la puerta

y al abrirse se escuchó el silencio.

Por esa puerta abierta a sus entrañas

hoy vivo yo. Así sin dar rodeos.

Y el Amor prendió de una palabra

y se hizo en una niña… ¿Y yo que te contesto?.

He visto tanto llanto en tantas fotografías

tanto dolor negro en los costados

tanto pecado oxidado en mis esquinas…

que necesito que me enseñes tu barriga,

necesito ver la luz de tu embarazo,

para poder contestar como María.”

Nacho González-Rodrigo

Tal cual lo dice esta poesía: un SI, dos letras; así de sencillo es, ¿verdad? y con esa misma sencillez, humildad y sin temblar María dio su Si.

A decir verdad, pocos sonetos como el que os acabo de compartir me han hecho reflexionar del mismo modo como lo ha hecho este.

Me ha hecho reflexionar ante el Si que dio María.

Ese Si lleno de humildad, compromiso, entrega, confianza y fe, aunque no entendiese nada en ese instante.

Ese Si que dio sin miedos sin peros y sin un “a lo mismo me lo pienso”.

Ese Si que ha supuesto la presencia de Dios en nuestro mundo, en cada uno de nosotros.

Y ese Si es el que tendríamos que tomar como ejemplo a la hora de responder nosotros ante El, para responderle con la misma confianza, certeza y esperanza ya que del Si depende la felicidad que tanto Él quiere para todos nosotros.

Eva Sena.