La fotografía no es sólo plasmar lo que hay delante de la cámara. Es una visión subjetiva de la realidad, condicionada por ángulo, encuadre, lapso de tiempo. El fotógrafo, en tanto que artista, utiliza estos usos técnicos para expresarse.
El pintor René Magritte hizo un cuadro llamado “ceci n´est pas une pipe”, “esto no es una pipa”. En la que se muestra una pipa, una representación de una pipa. En una obra fotográfica siempre veremos una representación de la realidad.
Henri Cartier-Bresson, describía su fotografía como la del “momento decisivo”. Una décima de segundo que hará que un disparo sea totalmente distinto al de la décima siguiente, y uno sólo sea el momento perfecto. O como Elliot Erwitt, seleccionando motivos “con ojo”, situándose al momento del disparo en el ángulo y tiro de cámara perfecto. O como Irving Penn, orquestando el motivo a fotografiar, luz, colocación, fondo,…
La fotografía es un buen medio para expresarse en un plano bidimensional.
Ahora viene lo complicado. Cómo expreso por medio de la fotografía mi Fe.
Bueno, no es tan difícil. Mostrando belleza.
Belleza y arte van juntos.
Un valle a contraluz, una mirada penetrante, un bodegón en el que “tocas” las cosas que aparecen. Por un lado el elemento a fotografiar y por otro la herramienta a usar. El éxito de la imagen está en que sirva para provocar sensaciones, sentimientos que armonicen en tu interior, en lo bello. No comentaré sobre algún arte tipo trasgresor, que quizá busque lo contrario. Conscientemente no puedo mostrar fealdad, necesito que mis fotos muestren belleza.
Como católico hay otro aspecto que me interpela en esta actividad. Y es el de saberse agraciado. Necesito dar gracias a Dios por unos dones que me ha regalado para poder desarrollar una actividad. Y compartirlos con los demás mostrando esas obras.
Isaac Abad,