El verano parece que va unido al hecho fotográfico. Básicamente para tener recuerdo gráfico de momentos, lugares . Los mas jóvenes del lugar han perdido la experiencia de tener que esperar días, sino semanas y quizás algún mes para poder ver esas fotos que se hicieron en esos momentos, lugares. Por el simple hecho de que había que revelar el carrete. Y cuanto daba de si un carrete de 36 exposiciones. A la vuelta de las vacaciones nos podíamos encontrar con que entre esas 36 fotos había un cumpleaños, el verano en Torrevieja, o las de ese domingo que montamos en las barcas de El Retiro. Se volvían a vivir esos momentos, con la alegría que daba el tiempo pasado, e incluso, rememorando algo olvidado. Realmente esa espera y las pocas fotos hechas marcaban el recuerdo para siempre. En mi juventud, la afición a la fotografía hacía que el verano fuese el momento de desarrollar, de poner en práctica lo visto durante el invierno en aquellas revistas de tema fotográfico francesas e inglesas. Y el limite era un carrete de 35mm, o excepcionalmente dos, o sea, 36 o 72 disparos. Era una cuestión de economía. Pero también de práctica, no tenía sentido disparar mucho sobre un motivo.
Esto contado es el pasado, que alguno recordará y otro no lo habrá vivido. Y la causa, ya sabéis cual es, la tecnológia. Primero con la aparición de las cámaras digitales, y mas determinante, la aparición de los teléfonos móviles con pantalla y cámara. En el primer caso, las cámaras digitales, y a nivel profesional, el cambio ha sido muy fructífero. Sobre todo en la gestión de los trabajos. Ver al momento lo que estás haciendo, antes se disparaba una placa polaroid para ver mas o menos por donde se iba; la rapidez, pues no es necesario visitar un laboratorio para revelar las diapositivas; y los ajustes de postproducción, había un proceso llamado “dye transfer” para hacer montajes, que aquí no se hacía y había que mandar a Londres y costaba mas de cien mil pesetas. Ahora con Photoshop se puede hacer cualquier cosa.
De aquellas vacaciones, en las que usaba un carrete o dos, a las vacaciones en las que uso una cámara digital o un Smartphone, ¿Qué diferencias hay? Me da la sensación que el valor del recuerdo va relacionado con la facilidad o no de plasmarlo de una manera u otra. La explicación a esto es sencilla. De una experiencia predigital podremos tener una fotografía en papel que tendrá valor por el hecho fotografiado y por su singularidad, posiblemente sea el único testimonio visual. La masificación de hechos fotografiados y que se quedan en los discos duros del móvil o del ordenador hace que pierdan interés, y ninguna imagen, posiblemente, adquiera la propiedad de la singularidad. En casa el fotógrafo soy yo, pero es mi mujer la que gestiona estas imágenes actuales para que adquieran la virtud de lo singular. Y es tan sencillo como sumar lo digital de la toma con lo analógico de la impresión de la foto en papel. Ella monta albunes con una selección concreta de nuestras peripecias vitales. Es una manera de mantener el valor del recuerdo con la foto en papel.
Como fotógrafo ¿Cómo he vivido mis vacaciones? Os contaré las de la etapa digital. Mi planteamiento es divertirme, pero no ensimismarme, con las ganas de hacer fotos. Al principio con cámara réflex digital y uno o dos objetivos, básicamente para no cargarme de peso. Y con la mente, y el ojo atento a ver algo con sustancia para disparar. En los últimos años dejé cámara , y me pasé al Smartphone. Simple, cómodo, rápido, y listo en el bolsillo de mi pantalón. Eso si, con la misma actitud que con la réflex, atento a lo singular para fotografiarlo. Este uso de móvil como cámara va unido al uso de la sala de exposiciones virtual que es Instagram (soy “maragatogato”en instagram). Me gusta compartir esas imágenes con las que disfruto, desde el disparo a la edición (utilizo la App Snapseed como editor). Las fotos adquieren vida cuando alguien las ve. Escondidas en un disco duro están muertas. Mi filosofía es, que tanto la foto familiar como la artística, sirvan para disfrutar, para compartir lo vivido.
Isaac Abad, fotógrafo.