La oración es poesía y la poesía católica oración. Por eso compartimos con vosotros esta ORACIÓN con mayúsculas a San Pablo realizada por Mons. Sebastián Gayá. (fundacionsebastiangaya.org)
Bienaventurado Apóstol Pablo, abogado ante el Padre en nuestro caminar de cada día:
Intercede por mí ante Cristo, “fuerza de Dios y sabiduría de Dios”, para que nunca le
vuelva la espalda;
Que “su Gracia no sea estéril en mí” sino que vaya fructificando día tras día, edificando
en mí “un nuevo sistema de vida”;
Que yo vaya avanzando en el proceso de mi conversión, cambiando mis criterios, mis
posturas, mis comportamientos, hasta llegar al ideal de tu vida: “yo vivo, pero no soy yo
quien vive; es Cristo el que vive en mí”;
Que sea amigo, muy amigo de Cristo, el Dios que me amó y dio su vida por los amigos;
Que haga de mi familia un espacio para la vida y para el amor, “que todo lo soporta, que
todo lo cree, que todo lo espera, que lo aguanta todo; que mi hogar sea una pequeña
Iglesia Domestica en la que Cristo se sienta como en casa”;
Que sepa santificarme en el trabajo de cada día, de forma que lo haga “con todo el alma,
como para servir no a los hombres sino a Dios, de quien voy a recibir en recompensa la
herencia”, que Él ha preparado para sus hijos;
Que sea “testigo intrépido”, “anuncio vivo del Evangelio” en los ambientes en que me
muevo, fermento en la masa, “luz que arda y brille” entre mis hermanos;
Que “me gaste y me desgaste” al servicio de la Palabra, aceptándola, asimilándola,
difundiéndola, sin recortes, sin miedos, sin vacilaciones, sin falsas acomodaciones;
Que sea dócil a “la acción discreta del Espíritu”, de modo que Él sea “el inspirador
decisivo de mis programas”, de mis iniciativas, de mi actividad evangelizadora, que me
vea libre de todo protagonismo;
Que el mensaje que transmita se ajuste a la doctrina del Magisterio de la Iglesia, a cuyas
manos confió Dios la custodia de la verdad que salva, proclamada por ti, a tiempo y a
destiempo;
Que sienta el santo orgullo de ser Iglesia, “recinto de verdad, de libertad, de justicia y de
paz, para que todos encuentren en ella un motivo para seguir esperando”;
Que, dentro del Movimiento de Cursillos, nunca me falte la ilusión, la entrega y el
espíritu de sacrificio;
Que Cursillos no sea refugio para mis mediocridades, sino “un instrumento suscitado
por Dios para el anuncio del Evangelio al tiempo presente”;
Que sepa captar los signos de los tiempos para entrar en sintonía con el hombre y la
mujer de hoy, sin dejar de ser fiel al carisma fundacional de Cursillos que el Espíritu
Santo regaló a su Iglesia;
Que, animado por el mismo Espíritu, comunique al mundo desorientado e inquieto la
virtud de la Esperanza para participar en la gran empresa de la evangelización; que “sea
fiel en lo esencial y humildemente feliz en mi fe”;
Y que, cuando llegue la hora de pasar a la casa del Padre, pueda decir lo que tú: “he
combatido en noble lucha; he corrido hasta la meta; me he mantenido fiel”, por la
Gracia de Nuestro Señor Jesucristo, con quien vives y gozas, junto al Padre y al Espíritu
Santo, en compañía de María, Madre de la Iglesia, por los siglos de los siglos. Amén.