En mi noche más oscura,
cuando muere toda esperanza,
acude a mí una Dama Blanca
que me llama con ternura.
«No llores más hijo mío,
que es tu madre quién te llama.
Dime qué carga te apena el alma,
que Yo la llevaré contigo».
Madre de Amor, Reina del Cielo,
Madre de Cristo y Madre mía,
en esta noche lenta y fría
sólo en ti encuentro consuelo.
Tú, descanso en el camino,
¡Oh! Virgen intercesora,
acudes a tu Hijo en esta hora,
E imploras: «No tienen vino”
Diego de Medrano,