resucitó

De tiempo litúrgico en tiempo litúrgico y avanzo porque lo necesito.

Tan sólo dos días, de los cincuenta que comprende el tiempo de pascua, han pasado de los tres días mas sagrados del año, en los que recordamos la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo.

Cincuenta días comprendidos desde el domingo de Resurrección hasta el domingo de Pentecostés nos toca ahora vivir como si fuera uno sólo, único, excepcional y gran domingo.

El gran Domingo donde Jesús, con su pasión, da un paso de la muerte a la vida pensando, como siempre, tan sólo en nosotros, para que también nosotros pasemos de la muerte terrenal a la vida eterna y, para que, también, por la fe, podamos realizar el mismo paso hacia la Salvación.

Cincuenta días que quedan subrayados por la presencia del Cirio Pascual, símbolo de Cristo, luz que ilumina las tinieblas de este mundo.

Además del significado de su luz, también tiene el significado de la ofrenda.

Cincuenta días necesitamos en lugar de uno porque pienso que uno sólo no basta para tan gran y alegre celebración. Celebración en la cual no solamente conmemoramos la Resurrección de Jesucristo, sino que también celebramos nuestra liberación, la derrota del pecado y de la muerte.

Cincuenta días dura el tiempo pascual, tiempo en el cual debemos impregnarnos del espíritu de la alegría y del amor en nuestra vida y en nuestra historia porque Cristo resucitado ya no muere más, sino que vive y actúa por y para siempre entre nosotros.

Tiempo que ha empezado hace dos días, tiempo en el cual, si aún no lo hemos hecho, estamos todavía a tiempo de disfrutar de él, de celebrar minuto a minuto y segundo a segundo, como si fuese el primero de ellos la victoria ganada en la cruz por Jesús sobre el demonio; victoria que nos concede la inmensa satisfacción de tener vida nueva, vida eterna, vida llena de alegría felicidad y plenitud.

Cincuenta días en los cuales yo los he empezado escuchando las palabras que dirigió hacia todos nosotros nuestro queridísimo Papa Francisco en la Audiencia General hace unos años.

Palabras llenas de comprensión, sabiduría y razón en las cuales nos explica el sentido de la Pascua.

Palabras que no me puedo quedar para mí y que necesito ardientemente compartir con vosotros.

Palabras que prefiero transcribiros de manera concisa, textual y directas de su voz y corazón:

“La pregunta que el Ángel dirigió a las mujeres aquella mañana de Pascua: porqué buscan de entre los muertos al que está vivo nos debe interrogar también a nosotros buscamos de entre los muertos al que vive cada vez que nos encerramos en el egoísmo o en la autocomplacencia, cuando nos dejamos seducir por el poder y las cosas de este mundo olvidando a Dios y al prójimo cuando ponemos nuestra esperanza en vanidades mundanas, en el dinero o en el éxito. Cada vez que perdemos la esperanza o no tenemos fuerzas para rezar, cada vez que nos sentimos solos, abandonados de los amigos, incluso de Dios, cada vez que nos sentimos prisioneros de nuestro pecado. La advertencia del Angel nos va a ayudar a salir de nuestras tristezas a abrirnos a la alegría y a la esperanza. La esperanza que remueve las piedras de los sepulcros y nos empuja a anunciar que Jesús está vivo”

Eva Sena.