A principios del año pasado me encargaron que hiciese una obra en memoria de los atentados del 11 M en Madrid. Realicé una serie de dibujos de personas que se socorrían, que se llevaban físicamente unas a otras. A este trabajo lo titulé «Humano» Porque en las situaciones de dolor y de necesidad es cuando renace nuestra parte más humana. Una de estas obras parecía un descendimiento. Una mujer sostenía un cuerpo casi muerto. Cuando terminaba el cuadro, le puse una mancha roja en el costado. Pensando en todos los que habían sido asesinados de esta forma tan cruel, tuve que recordar a quien había muerto así, antes que todos y había vencido a la muerte.
Esta obra fue seleccionada en la primera Bienal de Arte Religioso Contemporáneo que hacía una diócesis española, la de Plasencia ( a la que desde aquí doy mi enhorabuena por esta iniciativa tan necesaria), y fue expuesta en la catedral de dicha ciudad junto con muchas otras obras.
Como la vida es muy curiosa, la exposición sobre el 11 M no se realizó, pero en mi pintura surgió una nueva faceta, un nuevo «aroma» , como diría Chillida.
En el arte no se puede forzar nada. Tú trabajas, y luego las cosas surgen o no. Entonces empezó a surgir en mi el deseo de hablar de ese Hombre. Primero, porque el encuentro con el Cristianismo es lo más importante que me ha pasado en mi vida. Y segundo porque si yo he seguido dedicándome a la pintura como profesión, siendo muchas veces duro, impredecible, doloroso, arriesgado siempre, es porque estoy convencida de que es una vocación. Respondo a Otro. Desde entonces he empezado a pensar: ¿Cómo no hablar de tí si tú eres lo más importante en mi vida?
Creo que este Vía Crucis, con todos sus fallos y pequeñez, me lo ha inspirado El Señor.
En el taller de maderas me cortaron una tabla y salieron 14 partes. ¡Voy a pintar un Vía Crucis!( Me dije a mi misma). Pasado más de medio año, y de forma » casual» lo vieron en la diócesis de Granada. La capilla de San Juan Pablo II del Centro de Estudios Superiores de La Inmaculada necesitaba un Vía Crucis. Yo además había elegido seguir el Vía Crucis Bíblico de San Juan Pablo II. Otra «casualidad».
Creo que lo que puede tener de diferente con otros Vía Crucis es que no ha sido pintado como una serie. Y que responde a una expresión totalmente libre. Cada escena me inspiraba un color dominante. Fui pintando las estaciones de manera salteada y en bastante tiempo. Y cada una es un cuadro en si mismo. A la hora de hacerlo me inspiró mucho la película de La Pasión de Mel Gibson. También he pintado y dibujado en otras épocas a actores, pues una de mis hermanas es actriz y les he acompañado en ensayos y pruebas. Algunos de los personajes están inspirados en la obra de Peter Cámeron Las mujeres que amaron.
En cada estación he querido concentrar la tensión en un punto, siguiendo la premisa de que <<Menos es más >> Siempre ha sido mi mayor satisfacción transmitir belleza, pero que la gente pueda rezar con mi pintura es algo precioso, es un regalo. El Vía Crucis ha quedado colgado en su lugar, pero no pudo ser inaugurado porque dos días después se cerró la universidad por la epidemia. Así que ahora acompaña en su versión virtual elaborado con los textos de San Juan Pablo II en los Via Crucis de 2002 y 2004 en el Coliseo a todos los que quieran rezar con él y a los que están más solos.
Constanza López Schlicting,